martes, 2 de septiembre de 2008

A Mi Madre..


Tú que en mi vida fuiste la fuerza que doblegó mi desesperanza, que me enseñaste a creer y amar a Dios, que fuiste la sombra de mis pasos, que ligada estás a mis sueños con rostro sereno y dolor callado, para quien ya no tengo tiempo por el espacio cruel que nos separa. Tú, de quien me cobijé de niña y como una niña, tu muerte llora. Hoy que ya entendí como llamarte porque te siento a mi lado, como también aprendí a llorar callada y en la más absoluta soledad. Aquella fatidica y oscura nochevieja, quedó marcada en mi para siempre y en esta soledad que yo he decidido tener para siempre, decirte que me hubiera gustado seguir tus pasos, que te extraño cada día de mi vida al igual que a mi padre, que al final como madre te entendí plenamente y que triste y desgracidamente hoy ya solo voy a tu tumba a decirte que.. ¡Jamás dejaré de amarte!

31 de diciembre.-
Carmen.-

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